Hace poco más de un mes, el Real Madrid Club de Fútbol (RMCF) levantaba la decimocuarta copa de Europa. Un título precedido por una de las gestas más emocionantes e impredecibles de la historia de la competición.
Si como yo, eres aficionado del Real Madrid y has visto los partidos que llevaron a la consecución de la copa en octavos, cuartos y semifinal, seguramente piensas que lo que ha ocurrido solo está al alcance de un equipo, del más grande, de nuestro querido Real Madrid. Aunque me gustaría darte la razón, en mi opinión, las causas principales por las que el Real Madrid ha salido victorioso en esos partidos podrían estar al alcance de muchos, e incluso de todos. Solo hace falta potenciar la mentalidad haciendo tres cosas: trabajar, imaginar y creer. En este blog, veremos cómo la mentalidad puede influir en las posibilidades de éxito y cómo podemos usar el cerebro, la mente, los recuerdos y las experiencias para lograrlo. Utilizaremos el caso de la decimocuarta Copa de Europa del Madrid, como ejemplo para entender las posibles aplicaciones a equipos de trabajo. ¡Veamos!
De estas tres eliminatorias con sus remontadas se ha hablado, escrito y contado en imágenes desde todos los puntos de vista. Como madridista he consumido todo ávidamente, reviviendo esos momentos maravillosos y disfrutando de una de las alegrías más grandes que me he llevado como aficionada de este maravilloso deporte. Como entusiasta del aprendizaje, de la neurociencia y del comportamiento humano, he intentado rescatar de esta gesta algunos conceptos que, considero, podrían ser aplicados a cualquier equipo de trabajo de cualquier institución, y que se derivan de intentar dar respuesta a una pregunta: ¿Cuál ha sido el factor determinante en estas victorias?
Ningún analista ha conseguido encontrar una explicación futbolística o incluso aportar argumentos desde la lógica para contestar esa pregunta. Las respuestas han variado entre la casta, el peso de la historia, la experiencia, el escudo, la suerte, el empuje de la afición o el famoso ADN del Real Madrid. Pienso que todos esos factores han contribuido sin duda en mayor o menor medida, pero, sobre todo, considero que el factor diferencial ha sido ser poseedor de lo que denomino una mentalidad de crecimiento colectiva.
Una mentalidad de crecimiento colectiva impulsada por esa unión de la mente, el cerebro, la memoria y la experiencia de un grupo que sólo podría imaginar un solo futuro probable – el triunfo. Un grupo humano donde su voz interior apuntaba a una sola e irremplazable imagen, la del capitán Marcelo levantando la copa en Paris. Esa fe inquebrantable en sus posibilidades, individuales y grupales, sin importar que, por la mayoría del tiempo durante los partidos, fueran los únicos en creerlo. Entonces, ¿cómo utilizar este ejemplo para aplicar y trasladar estos aprendizajes a las empresas y aumentar las posibilidades de éxito de sus equipos?
Empecemos por el primer factor – la fusión mente y cerebro. Gracias a la neurociencia, cada vez conocemos más del funcionamiento del cerebro y descubrimos nuevas partes de este a las que se le atribuyen resultados y comportamientos directamente vinculados a su activación. Este es el caso del Sistema Activador Reticular Ascendente, o “SARA” como algunos neurocientíficos lo llaman. Este sistema, que se encuentra en el tallo encefálico, es el responsable, entre otras cosas, de seleccionar todos los pensamientos que pasan por nuestra mente y quedarse con los realmente importantes. Dicho de otra manera, SARA escucha y procesa nuestra voz interior para mostrarnos lo que realmente queremos. Ese es el primer paso para llegar a nuestro objetivo – verbalizar lo que deseamos y vernos en él. En palabras de la Dra. Marian Rojas, psiquiatra especialista en neurociencia, SARA nos acerca a nuestras ilusiones; de forma que lo que uno desea de verdad, la mente nos lo acaba mostrando.
Para el Real Madrid, la ilusión y lo que estaba en la mente de todos, jugadores y afición, era ganar cada partido. Ese era el camino para llegar al éxito final, centrarse solo en el momento presente, estar totalmente convencidos de sus posibilidades e imaginar el camino que los llevaría a la victoria. ¿Has escuchado cómo jugadores que consiguen ese gol en el último minuto suelen referirse a ello como, haberlo visto antes en su mente? La afición y su fe en el equipo, serviría de amplificador de esa ilusión y de esa fe, multiplicándola exponencialmente. Esos son los ingredientes imprescindibles, saber qué quieres, cuál es tu propósito, imaginarlo y convencerte de que, con el esfuerzo y preparación correspondiente, está en tus manos conseguirlo.
En el contexto empresarial de equipos de trabajo, esto sería equivalente a tener un objetivo colectivo viable a corto plazo, coherente con los objetivos individuales de los miembros del equipo y trabajar todos en función de ese objetivo. El grupo tiene que imaginar el objetivo, quererlo y visualizar que entre todos se consigue, convencidos de que es absolutamente posible. Es coherencia entre plantear una meta, trabajar en función de ella, no dejar confundir la mente por recaídas puntuales y creer todo el tiempo que conseguir la meta es posible. La mente tiene que acompañar lo que se dice y se hace. No solo vale con actuar, además hay que estar convencido de que el objetivo es posible. Por otro lado, el líder tiene que amplificar esa ilusión, aportando fe inquebrantable en el equipo, como lo haría un aficionado que apoya incondicionalmente y sobre todo, cree.
Como segundo factor, está la memoria y su impacto en proyectar los futuros probables. En beneficio del Real Madrid y los madridistas, la memoria retroactiva, aquella que viene del pasado, estaba de nuestro lado. Con respecto a la Copa de Europa, nuestra memoria está llena de imágenes triunfales. Ser el equipo que más veces y con diferencia ha ganado esta competición, lo convierte en el que más memorias y experiencias positivas tiene almacenadas en relación con la misma. Es decir, nuestra memoria se convertía en nuestra gran baza para darnos ese plus que muchas veces marca la diferencia entre ganar y perder. En este contexto y como consecuencia de nuestras experiencias, la memoria prospectiva, aquella que recrea escenarios futuros, solo podía imaginar y por consiguiente evocar una cosa: ganar. Esta memoria, no sólo nos hace proyectar futuros probables, también planear y ejecutar las acciones que nos acercan a ese futuro que imaginamos. De esta forma, nos ayuda a elegir, de todos los caminos posibles, aquel que nos acerca a nuestro objetivo. Un partido de fútbol es la vida en 90 minutos y en el fútbol, como en la vida, siempre estamos eligiendo entre muchos caminos.
En el caso del Real Madrid, ¿a dónde si no al éxito nos podría conducir esa enorme memoria colectiva llena de recuerdos e imágenes triunfales? En el contexto empresarial por otro lado, para poder promover una mentalidad de crecimiento y no quedarnos en modo protección, hay que tomar riesgos, y prepararse para afrontarlos, teniendo la creencia firme que podemos salir triunfadores. El truco está en ayudarnos con el recurso de nuestra memoria y experiencias de éxito para proyectar lo que queremos que sea el futuro. Podemos empezar por evocar y visualizar escenarios de éxito para nuestros equipos. Individualmente, combatir cualquier atisbo de indefensión aprendida y hacer de nuestra memoria prospectiva una herramienta para encontrar el camino probable hacia conseguir los resultados, recurriendo a los momentos y escenarios positivos en nuestra pasado y trabajar en la convicción de que somos capaces de replicar esos éxitos en el futuro. Crear una memoria colectiva que proyecte éxitos y caminos para lograrlo. Trabajar y prepararnos y, sobre todo, creer y alimentar así una mentalidad de crecimiento colectiva.
Entonces, ¿es la mentalidad la responsable de conseguir resultados que parecían imposibles? ¿es posible que la experiencia, la memoria y el cerebro posibiliten el éxito? ¿El tener experiencias positivas asociadas con un hecho, hace que los futuros posibles que nos imaginamos tengan más posibilidades? ¿Es posible que esto sea más influyente en los resultados que la propia capacidad? En mi opinión, la respuesta a todas estas preguntas es “sí”. Se dice que una mentalidad de crecimiento se posee, pero también se potencia. Creer que podemos crear habilidades nuevas y mejorar, es equivalente a pensar que nuestra mentalidad se puede potenciar y puede crecer. La neurociencia nos dice que la inteligencia colectiva es más grande que la suma de las inteligencias individuales de un equipo. Por consiguiente, la mentalidad de crecimiento colectiva también lo es. Ahí, para mí, está la diferencia. Ese es el factor diferencial. Si tenemos claro nuestros objetivos, nos preparamos, nos esforzamos y trabajamos en función de ellos como equipo, tenemos un líder que amplifica nuestra ilusión, estamos todos convencidos y creemos en nuestras posibilidades; entonces estaremos aumentando nuestras posibilidades de éxito. Es así como se pueden vencer las probabilidades, desafiar la lógica e incluso aplastar los datos.
Big Data le daba al Real Madrid 1% de probabilidades de llegar a la final, en esos últimos minutos del segundo partido contra el City y, sin embargo, contra toda esa lógica se alzó la memoria colectiva, el futuro imaginado y la voz interior de un equipo y afición unidos en un mismo propósito e ilusión: ganar. ¡Los milagros pueden ser provocados!
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